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domingo, 23 de febrero de 2014

LA LÍRICA EN EL BARROCO :GÓNGORA, QUEVEDO Y LOPE DE VEGA


 


La lírica renacentista creó, a partir de Garcilaso de la Vega, unos moldes líricos de gran belleza y extraordinaria difusión. Los metros italianos- el endecasílabo- y las estrofas- soneto, lira, estancia, octava real, silva…- se  adaptaron perfectamente a nuestra lengua. Y los modos clásicos- la oda, la epístola, la égloga…- dieron frutos de gran valor. Los tópicos amorosos petrarquistas fueron repetidos hasta la saciedad; la mitología, el carpe diem, el locus amoenus y tantos otros lugares comunes fueron usados por cualquiera que creyera tener “sus puntas y collar” de poeta.

Pero el siglo XVII nos plantea un mundo nuevo. O mejor dicho, un mundo envejecido y desengañado, un mundo en el que todo suena a visto, que necesita formas nuevas, y se burla de los tópicos y renueva y retuerce el lenguaje de forma desconcertante: es el barroco.

 Quizá nunca la lengua castellana ha sido   enriquecida como lo fue por los poetas barrocos, sin olvidar a los que escribieron en la América española, como Sor Juana Inés de la Cruz.

Se suele hablar de dos corrientes fundamentales: la conceptista y la culterana, cuyas cabezas serían Quevedo y Góngora respectivamente. Lope de Vega será despreciado por Góngora por no entrar en este juego .Ironizando  con su apellido dirá que su poesía  es siempre vega, y como vega, llana. A su vez Lope se burlará del intrincado lenguaje gongorino: no hay donde nocturnar palestra armada. / No entiendo lo que dice la criada…

Cualquiera de estos tres autores  supone una cumbre creativa genial, cuanto más los tres coincidentes en el tiempo. Añadamos a esto que en Lope de Vega la poesía es sólo una pequeña parte de  su inmensa obra, constituida en su mayor parte por obras de teatro y alguna extraña novela dialogada como “La Dorotea” o las “Novelas a Marcia Leonarda”.Y que en el caso de Francisco de Quevedo su obra como prosista es de una extraordinaria  importancia, tanto en la novela (El Buscón ) como en su prosa moral (Los Sueños y tantos más).

Sin embargo, no quiero dejar de citar a algunos otros poetas contemporáneos, algo oscurecidos por la importancia de los tres ante citados. Entre ellos, los hermanos Bartolomé y Lupercio  Argensola, aragoneses de Barbastro, que escribieron juntos una interesante poesía de carácter moral. ¿Quién no recuerda el último terceto del famoso soneto acerca de las apariencias femeninas?

Pues ese cielo azul que todos vemos

Ni es cielo, ni es azul, ¡lástima grande

Que no sea verdad tanta belleza!

En Andalucía hubo una interesante “escuela barroca”, de la que podemos destacar a Rodrigo Caro, cuya fama deriva de su famosa “Canción a las ruinas de Itálica”, la ciudad romana cercana a Sevilla:

Estos, Fabio, ¡ay dolor! Que ves ahora

Campos de soledad, mustio collado

Fueron un tiempo Itálica famosa…

Con la consiguiente reflexión moral acerca de la brevedad de la vida y de la gloria.,

También andaluz fue Andrés Fernández de Andrada, erudito sevillano, del que se recuerda sobre todo su Epístola moral a Fabio:

Fabio, las esperanzas cortesanas

Prisiones son do el ambicioso muere

Y donde al más astuto nacen canas.

Y el que no las limare y las rompiere

Ni el nombre de varón ha merecido

Ni subir al honor que pretendiere…

Pero es ya tiempo de fijarnos en los tres grandes liricos barrocos. Me referiré en primer lugar al cordobés Don Luis de Góngora y Argote, hombre de vastísima cultura, genio irascible y gran ambición. Fue hombre de Iglesia, y en representación de la Catedral Cordobesa acudió a numerosos pleitos. Acabó viviendo y muriendo en Madrid. Tuvo defensores acérrimos y enemigos implacables. Velázquez nos dejó de él un retrato, reflejo de su dura personalidad. Quevedo caricaturizó su nariz  aguileña (Érase un hombre a una nariz pegado)…y aún cosas más terribles dijo de él, incluso a su muerte, que suele acabar con los pleitos:

Fuese con Satanás, culto y pelado

¡Mirad si Satanás es desgraciado!

Góngora representa la cumbre del culteranismo barroco, es decir, de la complicación formal que trata de “eludir el nombre cotidiano de las cosas”, llevando al lenguaje a una tensión casi insoportable, con una retórica eminentemente sensorial y acústica, llena de recursos fónicos (aliteración, paranomasia), morfosintácticos (hipérbaton, hipérbole, paralelismos, zeugmas…) y semánticos (dilogías, antítesis, metáforas, etc., etc.). Todo ello entremezclado con los tópicos renacentistas, la mitología y la alusión a elementos de sofisticación y elitismo: mármoles, jaspes, marfiles, púrpuras, terciopelos, joyas, etc., etc. Toda esta belleza y complejidad está puesta al servicio de unos pocos temas literarios: el amor, la soledad, la belleza…

Sin embargo no podemos olvidar que junto al llamado “príncipe de las tinieblas” que concibe la poesía como un reto a la inteligencia y a la cultura del lector, coexiste un “príncipe de la luz”, el autor de romances populares como el infantil :”Hermana Marica/mañana que es fiesta,/ no irás tú a la amiga/ ni iré yo a la escuela…”; romances moriscos “Amarrado al duro banco/ de una galera turquesca…”; de villancicos populares “¡Que se nos va la fiesta , mozas/ que se nos va la fiesta!” y religiosos :”Caído se le ha un clavel/ hoy a la Aurora del seno/¡Qué orgulloso que está el heno/ porque ha caído sobre él!”.

También es autor Góngora de poemas burlescos y satíricos dirigidos a los blancos habituales de la época: viejos, alcahuetas, prostitutas, médicos…Así como de diatribas contra el Amor:

¡Déjame en paz, Amor tirano

Déjame en paz!

Sin embargo, su fama imperecedera, la que  le hizo ser rechazado en el siglo XVIII y ser imitado por la Generación del 27 está constituida por sus dos poemas mayores, cumbres de la lírica barroca. Se trata de la Fábula de Polifemo y Galatea  y las inconclusas Soledades.

En la Fábula sigue el esquema argumental de las Metamorfosis de Ovidio. Polifemo, el gigante pastor de la isla de Sicilia, está enamorado de la ninfa Galatea, hija de Doris, diosa del mar. El cíclope le ofrece cuanto tiene, pues es rico en posesiones. Pero la ninfa huye de su horrible presencia. En su huida ve al joven Acis dormido junto a la fuente y se enamora de él. Es correspondida, y con su amado recorre la isla sorda a los gritos de Polifemo. Descubiertos por el gigante, huyen los amantes hacia el mar, pero el cíclope les alcanza con una enorme roca que los aplasta. De la roca surge un riachuelo que desemboca en la playa.

Esta conocida historia mitológica se convierte en manos de Góngora en un prodigio de sensorialidad e intelectualidad. Compuesta por 40 octavas reales, desde el principio advertimos la extrema dificultad:

Donde espumoso el mar sicilïano

El pie argenta de plata al Lilibeo

Bóveda de las fraguas de Vulcano

O tumba de los huesos de Tifeo,

Pálidas señas cenizoso un llano

Cuando no del sacrílego deseo

Del duro oficio da. Allí una alta roca

Mordaza es a una gruta de su boca.

El extraordinario trabajo de Dámaso Alonso es la llave que nos permite acceder a la interpretación correcta del poema en toda su extensión y detalles. Nos está hablando de la isla de Sicilia, del volcán Etna, chimenea de las fraguas del dios del fuego, o quizás posible acceso a la tumba del terrible gigante Tifeo, castigado por querer igualarse a los dioses. Allí, en un llano cubierto de cenizas, se encuentra la cueva de Polifemo.

A continuación nos describe la brutalidad del gigante, la extremada delicadeza de la ninfa

Igual en pompa al pájaro que grave,

Tan dulce muere y en las aguas mora…

La ardorosa pasión del cíclope, el brusco enamoramiento de los jóvenes, la huida y la muerte seguida de la metamorfosis, debajo de la piedra que

 Urna es mucha, pirámide no poca.

Todo el poema es un homenaje a la belleza, casi fuera de este mundo. Es el arte por el arte.

Algo similar podemos decir de Las Soledades. El argumento es mínimo: un hombre joven de nombre desconocido es arrojado a la playa por la tempestad. No sabemos  de dónde viene ni adónde va. Allí unos pescadores le acogen y le llevan consigo a participar de una fiesta de bodas campesina. Después ve una partida de caza en la que unos altos señores cazan con neblíes y azores. El poema queda inconcluso. Parece que iba a recorrer las edades del hombre –juventud, madurez…-.Es difícil saberlo. El poema carece de medida y rima. Pero su belleza esplendorosa y su oscuridad incita a los sentidos y reta a la inteligencia.

Era del año la estación gloriosa,

En que el mentido robador de Europa

Media luna los arcos de su frente

Y al sol todos los rayos de su pelo…

Es decir: era el inicio de la primavera, cuando el sol pasa de Tauro al solsticio de primavera…

Pasemos ahora a hablar brevemente te Quevedo como poeta. Don Francisco de Quevedo y Villegas, nacido en Madrid de familia hidalga; político, escritor, cojo y espadachín, miope y la mejor pluma de España. Crítico, misógino y amante, secretario del Virrey de Nápoles, curtido en las intrigas cortesanas, por lo que pagó el alto precio de su salud en su encerramiento en San Marcos de León, de donde salió enfermo y sin haber sido juzgado. Toda su vida la pasó,  litigando para conseguir los tributos de la Torre de Juan Abad, su señorío, desde donde escribió aquél maravilloso soneto que le retrata entero:

Retirado en la paz de estos desiertos

Con tantos y tan doctos libros juntos

Vivo en conversación con los difuntos

Y escucho con mis ojos a los muertos.

Se dice que el motivo que le llevó a la prisión fue la represalia real por el poema anónimo que el Rey encontró en su mesa y que sólo a él podía atribuírsele:

No he de callar, por más que con la mano

Tocando ora la boca, ora la frente,

Silencio avises o amenaces miedo…

¿No ha de haber un espíritu valiente?

¿Siempre se ha de pensar lo que se dice?

¿Nunca se ha de decir lo que se siente?

Así fue Quevedo, un espíritu crítico, libre, valiente, y el máximo representante del conceptismo; lo suyo son las figuras de pensamiento, las dilogías, las polisemias, los juegos de palabras, las metáforas inauditas, osadas comparaciones, sinécdoques y metonimias, zeugmas y calambures. Lo suyo es jugar con el concepto, retorcer el idioma, obligar a los más audaces juegos conceptuales, siempre al servicio de su pensamiento moralista y mordaz.

Vivió como nadie la pasión política, y también la decepción, la sensación de decadencia de la patria: Miré los muros de la patria mía/ si un tiempo fuertes, ya desmoronados/ de la carrera de la edad cansados/ por quien caduca ya su valentía.

Pero sus mejores logros se encuentran en su poesía moral, centrada en la idea del paso del tiempo, del vivir muriendo, del sinsentido de la pasión ante la certeza de la muerte.

Soy un fue, y un será, y un es cansado…

Nos hablará de “las horas que mordiendo van mis días”, que “cavan en mi vivir mi monumento,” y que le hacen exclamar con desesperación:

¡Ah de la vida! Nadie me responde…

Toda la poesía moral de Quevedo está  impregnada de estoicismo cristiano (que le impide llegar a la total desesperación) y desengaño.

Resulta por eso impresionante encontrar en Quevedo poemas amorosos de una fuerza extraordinaria. Sin duda tuvo que saber mucho de pasión  el poeta capaz de escribir el más impresionante soneto amoroso de nuestra literatura:

Cerrar podrá mis ojos la postrera

Sombra que me llevare el blanco día…

Y que culmina con esas palabras eternas:

Polvo serán, más polvo enamorado…

No se puede decir más con menos. Conceptismo puro y emoción.

No podemos tampoco olvidar la poesía satírica de Quevedo, llena de fuerza, mordaz ironía y libertad de expresión que no evita lo escatológico. Podemos recordar sus desmitificadores poemas mitológicos, así como sus irónicas letrillas: Poderoso caballero / es Don Dinero, Bien puede ser/ no puede ser, etc. etc.

Dedicaremos finalmente unas líneas  a Félix Lope de Vega y Carpio, poeta y dramaturgo, escritor prolífico y de éxito, hombre inteligente y mujeriego, sincero en su arrepentimiento y en sus caídas, prodigioso trabajador del verso. Todas sus obras teatrales y sus novelas están salpicadas de pequeños o grandes poemas, con frecuencia de resonancia popular. Es oportuno recordar aquí que su drama “El caballero de Olmedo” tiene su origen en un cantarcillo de la época que reflejaba un suceso real y que el poeta supo recrear:

Que de noche le mataron / al caballero/ la gala de Medina/ la flor de Olmedo.

En su juventud especialmente escribió numerosos romances, en los que con ropaje morisco o popular nos cuenta sus amores:

Mira Zaide que te aviso/ que no pases por mi calle/ ni hables con mis mujeres/ ni con mis criados trates…

Hortelano era Belardo/ en las huertas de Valencia…

De pechos sobre una torre/ que las mar combate y cerca…

El amor es su tema favorito;”esto es amor, quien lo probó lo sabe”, de sus Rimas humanas. A veces no falta el humor “Eres hircana tigre, hermosa Juana/mas ¡ay! que aun para tigre no era buena/ pues siendo de Madrid no fuera hircana”.

Destaca la serie de sonetos dedicados a Elena bajo la forma de un ternerillo:

Suelta mi manso, mayoral extraño

Hermoso manso mío, que viniste…

Pulsó Lope también la tecla sincera y emocionada del amor divino, especialmente del arrepentimiento:

¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?

Y la de la verdadera fe y piedad en sus últimos tiempos, cuando se ordenó sacerdote con la probablemente sincera intención de cambiar de vida:

Cuando en mis manos, Rey Eterno, os miro

Y la cándida víctima levanto,

De mi atrevida indignidad me espanto

Y la piedad de vuestro pecho admiro…

Diré para terminar que el amor paternal de Lope de Vega dio origen a su sentido recuerdo poético a su pequeño Carlos Félix, muerto en la niñez, recordado como un niño encantador

¡Ah, con qué divinos pájaros ahora

Carlos, jugáis…!”

Y sus extraordinarios “Pastores de Belén” lleno de la emoción de la Navidad.

En fin, Lope de Vega poeta, con su difícil facilidad, su versatilidad y excelencia, siempre en la plenitud de sus recursos y registros.

No en vano se llama a este siglo uno de los de Oro de la literatura española.

domingo, 16 de febrero de 2014

EL QUIJOTE DE MIGUEL DE CERVANTES


 

 
 Dicen que las grandes obras de arte se caracterizan por permitir múltiples modos de acceso, y presentar diversos niveles de significación. Quizá sea esta la razón  de que no haya una forma “canónica” de abordar la obra maestra de la literatura española, el Quijote. Esto que puede parecer una dificultad, constituye, sin embargo un aliciente, ya que da la posibilidad de un intento de acercamiento personal, uno entre tantos posibles.

   Empezaremos, pues, por acercarnos a su autor, Miguel de Cervantes. Sabemos que “El Quijote” es obra de su madurez, cercana ya la vejez. Antes había dedicado sus esfuerzos a tareas menos intelectuales, como soldado y funcionario .Nacido en 1547 en Alcalá de Henares, estudió en Madrid con López de Hoyos, y marchó muy joven a Italia donde descubrió las maravillas del Renacimiento. Enrolado en la escuadra española luchó en Lepanto, donde le produjeron heridas graves en un brazo.

 Fue hecho prisionero por piratas turcos cuando regresaba a España, y pasó 5 terribles años en Argel, de donde fue rescatado por los frailes Trinitarios. Una vez en Madrid, se casó con una joven de Esquivias, Catalina de Salazar. Intentó abrirse camino en el teatro, pero no tuvo éxito. Había publicado una novela pastoril, La Galatea. Comenzó a viajar por la Mancha y Andalucía comisionado para aprovisionar a la irónicamente llamada Armada invencible.

En 1605 publicó la primera parte de las “Aventuras del ingenioso hidalgo don Quijote Mancha”. El éxito fue notable, y la imprenta madrileña de Juan de la Cuesta hizo en  unos  meses tres ediciones más. Pronto abundaron las ediciones (16 en un año), y las traducciones al inglés y al francés.

En los 10 años que separan la publicación de la 1ª y la 2ª parte, Cervantes publicó sus obras de teatro, las Novelas ejemplares, los entremeses, el Viaje del Parnaso y los Trabajos de Persiles y Segismunda, que completó “puesto ya el pie en el estribo”. Además, en este tiempo, apareció un Quijote apócrifo, una segunda parte de su historia firmada por un tal Fernández de Avellaneda, lo que le obligó a apresurar la culminación de su “verdadero” Don Quijote, que apareció en 1616. Un año después moría en Valladolid el genial autor.

Es de todos sabido que “El Quijote” nos cuenta el transcurso del último verano de la vida  de un hidalgo manchego, don Alonso Quijano, loco-cuerdo por culpa de las novelas de caballerías  de las que tiene lleno el cerebro, y que con una edad ya más que madura decide salir como caballero  andante a buscar aventuras por esos mundos de Dios. En la 1ª parte recorre la Mancha , llegando hasta la Sierra Morena, límite de Andalucía. En la segunda pasa por Aragón y llega hasta Barcelona, volviendo vencido a su patria chica, un pueblo manchego del que no se nos dice el nombre (del que el autor “no quiere acordarse”), y que algunos identifican con Argamasilla de Alba, cerca del Toboso.

Se han comparado mucho las dos partes, llegándose a afirmar que la segunda es mejor que la primera. El diálogo es quizá más jugoso, y las historias secundarias están mejor entretejidas con la principal. Pero es difícil hacer este tipo de comparaciones. Lo cierto es que la estructura de ambas es parecida.

En ambas partes hay unos capítulos que podríamos llamar introductorios. En la 1ª se le llama a veces “la novelita”, y llega hasta el capítulo 7. Se nos presenta al personaje, y se nos narra su primera salida, su primera vuelta a casa y la moraleja: la quema de gran parte de su biblioteca por sus amigos el cura y el barbero y la entusiasta participación de la sobrina y el ama. Algunos piensan que quizá el Quijote fue concebido como una novela corta sobre la base del anónimo “entremés de los romances”, y que la gran decisión de Cervantes fue la de continuar el tema que le crece entre las manos, en especial desde que aparece Sancho Panza.

La segunda parte se inicia enlazando con la primera de un modo muy ingenioso. A pesar de que sólo ha pasado un mes, se supone que ha salido el libro de las primeras andanzas de don   Quijote, y muchos lo han leído. En estos primeros capítulos aparece un nuevo personaje, Sansón Carrasco, el estudiante socarrón que arbitra un disparatado modo de hacer volver a casa al caballero. Aquí estará el detonante de las nuevas aventuras

A la introducción sigue un buen número de capítulos que podríamos llamar de aventuras en el camino. En el caso de la primera parte estarían los molinos de viento, los rebaños, la venta, los galeotes… en la segunda la de las aldeanas en sus burros, la del caballero del verde gabán, la cueva de Montesinos, etc.

A este período de aventuras va a seguir una etapa que podríamos llamar novelesca o cortesana. La acción en la primera parte se detiene en la Venta de Palomeque el Zurdo. En la segunda, en el Palacio de los Duques. Aquí entrarán numerosos personajes: Dorotea, Cardenio, doña Clara, Altisidora  y muchos más, que ponen en primer término sus aventuras e historias, mezclándolas con la de don Quijote.

Hay en la segunda parte una etapa que podríamos  calificar de impar o Avellanesca: en efecto, a partir del capítulo 57 Cervantes parece enterarse de la existencia del Quijote apócrifo, y emplea todo su ingenio indignado para protestar por el plagio de sus personajes, dejando que sean ellos mismos los que defiendan su identidad. Esta defensa culminará en el Prólogo de la 2ª parte, en el cual, con elegancia, se defiende de su plagiario. “No he podido dejar de sentir que me note de viejo y manco”…dice. Y  añade “…y si lo dice por quien parece que lo dice, se equivoca de todo en todo, pues del tal adoro las obras y la ocupación continua y virtuosa”. La alusión a Lope de Vega es transparente.

 

Ambas partes terminan con una vuelta a casa: la primera “encantado” en una jaula sobre una carreta tirada por pacientes bueyes. La segunda es la vuelta definitiva, pues la muerte espera al caballero. Cervantes no quiere que nadie le pueda robar de nuevo al personaje. La muerte va precedida de la cordura y la repulsa a las locuras pasadas. Es lógico, Cervantes no podía dejar morir loco a su caballero: sería demasiado cruel.

Por lo que respecta a las historias interpoladas, debemos decir que abarcan casi todo el espectro de las novelas de la época. En efecto: tenemos una novela pastoril, la de Crisóstomo y Marcela; Una cortesana, la de El curioso impertinente; una morisca, la de El capitán cautivo; varias sentimentales, como las de Dorotea y Cardenio, la de doña Clara y el mozo de mulas, etc. Encontramos rastros de novela picaresca en el episodio de los galeotes, en especial con Ginés de Pasamonte, y abundantes facecias y cuentos populares, como el del rebuzno y los de la Ínsula Barataria durante el gobierno de Sancho. Y muchos más.

También recoge el Quijote extraordinarios ejemplos de discursos oratorios, casi todos puestos en boca de don Quijote. Destacaremos el de la Edad de Oro que el caballero “endilgó” a unos atónitos cabreros; el de las armas y las letras y el de la caballería andante pronunciado ente la mesa de los Duques.

El Quijote presenta una inmensa galería de personajes, más de 500. Entre ellos hay unas 50 mujeres, entre las que destacan la pobre y fea Maritornes, criada de la venta, la lista Dorotea, la dueña tonta, la coqueta Altisidora. Pero sobre todas está Dulcinea del Toboso, la Princesa de la Mancha, que siempre está presente y jamás aparece. Es una creación de la febril mente del caballero, basada en el recuerdo de una moza del Toboso, Aldonza Lorenzo, que le gustó tiempo ha. Sobre ese recuerdo Don Quijote ha volcado su imaginación ahormada en las damas idealizadas de los libros de caballerías. La ingenua fe de Sancho en la existencia de Dulcinea, así como su pillería para convertirla en una labradora montada en un burro, o ahechando trigo en su corral, crean situaciones hilarantes. Pero quizá lo más divertido sea el tema que recorre la segunda parte del “encantamiento” de Dulcinea, que Sancho deberá remediar con sus azotes.

En cuanto a los demás personajes, pertenecen a diversas clases sociales: aristócratas, como los Duques; hidalgos, como el Caballero del Verde Gabán; eclesiásticos, labradores ricos, y, sobre todo, pueblo: aldeanos, cabreros, soldados, muleros, criadas, etc. Todo el mundo abigarrado de la España de fines del XVI aparece en sus páginas.

Pero son Don Quijote y Sancho quienes representan dos maneras universales de ser y de vivir. Don Quijote representa al hombre de firmes convicciones, austero, honesto, honorable y culto. La realidad diaria y mostrenca tiene poca importancia para él, que tiene el mundo en su mente y sabe lo que conviene. Idealismo y heroísmo son su alimento cotidiano, así como una fe honda. Hay en él un fondo de bondad que le hace generoso, y también una obcecación que lo hace airado. Su fe, su patriotismo, su hondo sentido de la justicia podrían determinar los rasgos de un hombre cabal, pero se distorsionan por su obcecada y ciega creencia en la realidad de los mundos caballerescos de los que se ha nutrido su fantasía y que le han abocado a la locura.

Sancho Panza, en cambio, nada tiene de loco. Es un labrador analfabeto, padre de familia, cazurro y realista, listo y lleno de una sabiduría popular que se expresa en refranes y reflexiones llenas de sentido común y también de vulgaridad.

A ambos les une un sincero afecto mutuo, lleno de respeto e incluso de admiración, aunque cada uno en su sitio. Su relación es eminentemente dialógica, y precisamente es la expresión de este diálogo lo que hace inolvidable e irrepetible la lectura del Quijote.

Si la lengua castellana se llama “la lengua de Cervantes”, es porque sin duda el Quijote es una obra de arte del lenguaje. Cervantes domina la frase larga, bien construida, natural, siempre transparente y con frecuencia cargada de ironía bienhumorada. El humor del Quijote es siempre benevolente. Cada ser humano es aceptado en su ser más hondo, comprendido también en su debilidad o ridiculez.

Quizá tan sólo los Duques son retratados con frialdad y falta de intimidad, ya que representan a los poderosos que se aprovechan de su posición para burlarse de alguien que en verdad no merece burla, sino admiración compasiva.

Dice Ángel Rosenblat en su estudio acerca de la lengua del Quijote, que la figura retórica más abundante en el libro es la antítesis. Y que esta continua contraposición de ideas y conceptos es la base del “perspectivismo” del Quijote. Cervantes nos viene a decir que la verdad es la verdad, pero que cada cual la ve desde su punto de vista. Lo que para uno es motivo de risa, a otro causa pena.

Sancho cree que Don Quijote debe pagarle un sueldo al mes. (“Quiero saber lo que gano”).Don Quijote cree que Sancho debe ir a resultas de las ganancias que el destino les depare, como han hecho todos los escuderos de los caballeros andantes, que han llegado a reyes. Se crea entre ellos una sabrosa discusión. Ambos tienen su razón.

¿Cómo interpretar el sentido del Quijote? Sin duda es una andanada contra los libros de caballerías. Pero es mucho más. A lo largo del tiempo ha sido interpretado de diversas maneras. En el siglo XVII se vio una obra de risa. Los grabados de la época reflejan siempre los disparates de don Quijote y sus fracasos. La época romántica lo vio como el héroe que triunfa en el fracaso. En el siglo XIX se le identificó con el ser de España, la nación empeñada en heroicos proyectos que no son sino fracasos. Lord  Byron dijo que “El Quijote es un gran libro que mató a un gran pueblo”.

¿Qué quiso decir realmente Cervantes? Unamuno sostuvo que Cervantes no supo lo que decía. Su creación es superior a él mismo. Paradojas unamunianas aparte, ¿qué quiere decir?¿Quizá que el que se empeña en seguir sus ideales es sólo un loco abocado al fracaso? Entonces, ¿Por qué Don Quijote despierta nuestra admiración?¿Realmente fracasa o representa el triunfo del espíritu sobre la materia?¿Qué significa el hecho de que sea un loco-cuerdo?¿Qué significa su victoria sobre sí mismo en la playa de Barcelona?.

Pienso que la dificultad de responder de manera unívoca a estas cuestiones es la razón del  éxito de este libro. En realidad, estas no son preguntas para un personaje, sino para una persona, o, si se quiere, para un pueblo. El pueblo español lleva siglos preguntándose estas cosas, y aún no tenemos respuesta.

El Quijote ha sido la primera novela moderna porque su autor se permite toda clase de libertades en cuanto a la construcción. Especialmente interesante es todo lo referente a la verosimilitud, basada en la ilusión de que nos están narrando hechos reales que algunos historiadores recogieron y que el moderno autor reproduce. La presencia de un “autor primitivo” arábigo, Cide Hamete Benengeli, puntual historiador, y la del traductor al castellano, permite al supuesto “tercer autor” introducir comentarios distanciadores acerca de la verosimilitud de los narrado. Este espejo de ironía crea un sorprendente juego que permite a Cervantes entrar en lo que narra y presumir de precisión, atribuyendo a otro los fallos.

Especialmente interesantes son los quiebros de la narración que contradicen al Quijote apócrifo, y que convierten a Don Quijote en el primer defensor de sí mismo. Puesto que Avellaneda le llevaba en la segunda parte a Zaragoza, no va allí nuestro hidalgo, sino a Barcelona.”Yo sé quién soy”, dirá él.

De esta manera Cervantes ha creado dos caracteres inolvidables, reconocidos en todas partes como tipos humanos universales. El Quijote está lleno de un profundo sentido de la libertad y de la dignidad del ser humano, y eso todos lo advierten.

Sería imposible citar de memoria ni siquiera una pequeña parte de la bibliografía que el Quijote ha suscitado. Tan sólo quiero recordar la admiración que despertó en los ilustrados y Románticos, especialmente en Larra, y en la Generación del 98. Azorín escribió “La ruta de Don Quijote “y “Castilla”. Unamuno su “Don Quijote, Don Juan y la Celestina”. Tuvo importancia el libro de Rosales sobre “El Quijote y la libertad”, el de Casalduero, los de Morón Arroyo, el de Torrente Ballester sobre el humor en el Quijote, el de Riley sobre el perspectivismo del Quijote y la Edición Crítica de Francisco Rico. Sigue vigente el de Ángel Rosenblat sobre la lengua.

La bibliografía sobre el quijote es un mar sin orillas, y probablemente lo seguirá siendo, ya que presenta tantos atractivos y preguntas que todos quieren aportar su granito de arena.

 

 

 

jueves, 13 de febrero de 2014

EL MESTER DE CLERECÍA. GONZALO DE BERCEO.


 


Llamamos Mester de Clerecía a un conjunto de obras literarias de carácter erudito cuyas primeras manifestaciones se dieron en el siglo XIII y continuaron a lo largo del siglo XIV.

La palabra “mester” deriva de “ministerium”, y significa oficio. Pero, en contraste con el oficio de juglares, este va a ser oficio de clérigos, que en sentido estricto se refiere a los sacerdotes y religiosos, pero aquí adopta el sentido amplio de hombre caracterizado por su saber intelectual.

Es sabido que en la Alta Edad Media el saber se refugia en los monasterios, con sus bibliotecas y scriptorios. Pero el clérigo también pone su saber al servicio del pueblo, mediante la predicación y la escritura, además de la enseñanza.

El latín fue la lengua propia de la clerecía hasta el siglo XIII, pero la lengua romance había madurado en los siglos XI y XII , en parte gracias al mester de juglaría. A imitación de los juglares, algunos clérigos inician una poesía de intención culta, de fin didáctico. Es una poesía ceñida a la autoridad, a la letra escrita:

Año y medio sovo en la ermitañía

Dizlo la scriptura, ca yo non lo sabía

Quando non lo leyesse decir non lo querría.

(Berceo)

Los autores sienten con orgullo esta superioridad de su fidelidad a la letra:

Mester trago fermoso, non es de joglaría

Mester es sen pecado, ca es de clerezía

(Libro de Alexandre)

Sin embargo, a veces el clérigo se sentirá también juglar y dirá de su trabajo:

Bien valdrá, como creo, un vaso de bon vino.

(Berceo)

El mester de clerecía trata temas religiosos y también seculares. Con frecuencia se inspira en la literatura y la historia clásicas. Su objetivo es poner “en román paladino”, historias escritas en latín, aunque no traduce, sino que crea a partir de textos latinos.

Es esencial al arte de clerecía la utilización de un riguroso isosilabismo y de una estrofa fija en número de versos y de rima. Ellos lo llaman

Fablar curso rimado por la cuaderna vía

A sílabas cuntadas, ca es gran maestría.

(Libro de Alexandre)

 

 Los versos son alejandrinos (nombre que procede de su empleo en la obra más conocida de la clerecía francesa, el Roman d’Aleixandre),divididos por una cesura en dos hemistiquios de 7 sílabas; se trata de una forma métrica muy equilibrada, especialmente apta para el carácter narrativo y didáctico de las obras, pues posee la amplitud suficiente para que el autor pueda desarrollar su narración y sus comentarios.

De forma excepcional el mester de clerecía utiliza también versos de 7 y 8 sílabas.

GONZALO DE BERCEO

Se trata del primer poeta español cuyo nombre conozcamos. Nació a finales del siglo XII en la aldea de Berceo, diócesis de Calahorra, en la Rioja, donde está la cuna de la lengua castellana. Se educó en el monasterio benedictino de San Millán de la Cogolla, donde vivió como clérigo secular.

               En sant Millán criado, en la su merçed seo.

Debió de morir bastante viejo. Por escrituras notariales sabemos que vivía aún en 1264.Los que hemos pasado por San Millán de Suso, podemos imaginar a Berceo escribiendo en su “portaleio”:

               De esta santa virgen romanzar su dictado…

Berceo no inventa, divulga, vulgariza. Hace alusión al libro que toma como modelo, no oculta que traduce. A  veces confiesa que ignora un dato que el libro no le da, o que se lee mal:

El nombre de la madre decir non lo sabría

Commo non fue scripto non lo devinaría…

 

              Ca era mala letra, en cerrado latino

Entender non lo pudi…

 

De qual guisa salió decir non lo sabría

Ca fallesció el libro en que lo aprendía

Perdiose un quaderno, mas non por culpa mía

Escribir a ventura sería gran folía…

 

La falta de originalidad temática no rebaja la personalidad de Berceo como poeta, ya que sabe modificar el texto adaptándolo al pueblo sencillo que le escucha: gentes del entorno, peregrinos a Santo Domingo, amigos, monjes, parroquianos…Berceo se propone dar sabor de cosa próxima y vivida a lo que cuenta. Se esfuerza por ser gráfico y familiar. Hace comparaciones con la vida de los labriegos y artesanos; cita refranes, utensilios domésticos, modos de hablar…

  Yo la vi, asy vea la faz del Criador…

…Commo por mis oreias las oí yo tanner

Su presencia física es constante: él es el recitador que mantiene la atenc ión de todos:

Cambiemos la materia, en otro son cantemos…

A veces supone a sus oyentes impresionados, o cansados:

…su muerte non vos duela, ca bien la merescía

 Non querré, si podiere, la razón alongar

 Ca vos avriedes tedio, io podríe pecar

Todas estas llamadas al oyente nos revelan la fusión entre clerecía y juglaría.

Su incomparable acierto es encontrar la palabra precisa y ponerla, limpiamente, en el lugar adecuado. Sus comparaciones y metáforas son bellísimas

Reýna de los cielos, madre del pan de trigo…

Derramáronse todos como una neblina…

Más blancas que las nieves que no son coçeadas…

 

jueves, 6 de febrero de 2014

LAS FUENTES Y LOS ORÍGENES DE LA LITERATURA OCCIDENTAL


 
LA BIBLIA Y LOS CLÁSICOS GRECO-LATINOS.
  
La cultura occidental tiene su origen en la cultura grecolatina. Hispania, como toda la cuenca mediterránea y gran parte de Europa y África, formó parte del Imperio Romano, y fue plenamente romanizada. Grecia llegó a través de Roma, y con Roma llegó el latín, el derecho romano, pesos y medidas, costumbres, cultivos, construcciones, ejército, etc. Sin embargo, la religión clásica greco-romana, sus dioses y cultos, fueron pronto sustituidos por una nueva religión que venía del Oriente próximo: el cristianismo, que en un principio parecía una secta judía, pero pronto se manifestó como una nueva concepción del mundo, capaz de crear una nueva cultura.

LA BIBLIA

La importancia de la Biblia en la literatura occidental- de la que la española forma parte- es extraordinaria. Aunque sea un libro de origen oriental, la Biblia está en la base de la religión cristiana que ha impregnado de forma constante e íntima la forma de ser, de pensar y de vivir de los pueblos europeos y de toda la civilización occidental .España recibe el cristianismo en tiempos apostólicos, si la tradición acerca de Santiago el Mayor es cierta.

   La Biblia es un singular conjunto de libros (biblos es libro en griego), que proceden de diversos autores del pueblo judío desde unos diez siglos antes de Cristo. Los libros son  de muy diversos géneros: históricos, narrativos, poéticos, legales, proféticos, etc. Asumida desde el principio por el cristianismo naciente, fue completada con los libros del nuevo Testamento, que contienen la historia de Jesucristo y los primeros pasos de la Iglesia cristiana.

   El Antiguo Testamento sigue siendo el Libro Sagrado de los judíos, que llaman a los más esenciales la Torá. También es el Libro Sagrado de los cristianos, aunque hay algunas diferencias entre católicos y protestantes en  cuanto al canon (libros aceptados como   inspirados) y en cuanto a la interpretación, que los católicos estiman ligada a la autoridad de la Iglesia. En total, la Biblia se compone de 73 libros, de los que 46 son del AT y 27 de NT.

Como he dicho antes, el influjo de la Biblia en la cultura, y en la literatura española es enorme. La Biblia ha proporcionado a muchas generaciones unas bases interpretativas del mundo, unos criterios éticos y un acervo de tipos y personajes que han servido como modelos y contramodelos del comportamiento  moral a lo largo de los siglos.

Veamos algunos de estos esquemas de interpretación: el mundo como creación de Dios, el hombre modelado del barro de la tierra, el pecado como incitación del demonio, la pérdida del paraíso, el diluvio universal, la esclavitud en Egipto, la travesía de 40 años en el desierto, las tablas de la ley, la espera del Mesías…todo esto son tópicos presentes en centenares de obras  literarias en especial de la edad media y hasta el siglo XVII. Pensemos en las obras de Gonzalo de Berceo, del Arcipreste de Hita, el Auto de los Reyes Magos, Gómez Manrique, la Celestina, San Juan de la Cruz, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Tirso de Molina…

Respecto a los personajes son abundantísimos: Adán y Eva, Caín y Abel, Noé, Abraham, Jacob, José, Moisés Sansón, David, Salomón, etc. Así hasta llegar a Jesús y María, protagonistas indiscutibles del NT.

Como ya adelanté, la Biblia es un conjunto impresionante de literatura religiosa y sapiencial, escrita inicialmente en arameo, antiguo hebreo y griego. A finales del siglo IV fue vertida al latín por San Jerónimo, en la versión llamada Vulgata. Su traducción a la lengua española es ya del XVIII, aunque libros sueltos habían sido vertidos en el XVI. Es interesante saber que el primer libro salido de una imprenta española fue la Biblia Políglota Complutense, verdadero monumento filológico que contiene en cada página la versión del mismo texto en arameo, hebreo, griego y latín. Esta Biblia fue impulsada por el Cardenal Cisneros.

Los géneros literarios de la Biblia son:

Históricos

Jurídicos

Proféticos

Poéticos

Sapienciales

Evangélicos

Epistolares

Los libros más antiguos del AT se  unen en el llamado Pentateuco, formado por 5 libros: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Son atribuidos a Moisés y narran los albores del mundo y del hombre, así como los inicios del pueblo judío.

A David se atribuyen los Salmos, y a Salomón el Cantar de los Cantares. De carácter sapiencial son el Libro de la Sabiduría y el Eclesiastés. Los libros proféticos son los atribuidos a Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel, Oseas, Baruc, etc.

Algunos libros históricos están mezclados de poesía, como los de Ruth, Judith, Tobías…El AT  termina relatando el regreso del pueblo judío de la cautividad de Babilonia donde fue llevado por el rey persa Nabucodonosor, y las luchas dirigidas por los Macabeos para reconquistar la tierra de sus padres.

El NT está integrado por los 4 evangelios de Juan, Lucas, Mateo y Marcos, que contienen los hechos y dichos de Jesús de Nazaret presentado como el Mesías, así como su muerte y resurrección. Los Hechos de los Apóstoles de Lucas contienen los primeros acontecimientos de los sucesores de Jesucristo, así como la conversión y los viajes apostólicos de San Pablo.

Contiene además el NT un buen número de Cartas o Epístolas escritas en su mayoría por San Pablo, y también por San Pedro y otros Apóstoles. Termina con un libro misterioso y profético, el Apocalipsis de San Juan, que quiere hacer presente el triunfo definitivo de Cristo en la historia de la humanidad.

La Biblia recoge como es lógico, muy diferentes estilos personales y de género. En general podemos decir que su tono es claramente oriental, metafórico, simbólico e hiperbólico, sumamente expresivo y parabólico. Está lleno de vida, de sentimientos y pensamientos, y contiene un alto mensaje moral.

INFLUENCIA DE LA BIBLIA

 

Sobre la horma creada por la Biblia se han escrito centenares de obras, como las de Fray Luis de León, San Juan de la Cruz, Fray Luis de Granada, parte del romancero, obras hagiográficas, autos sacramentales, comedias de Lope, obras de Quevedo, Calderón y Tirso de Molina, poesía romántica, leyendas becquerianas, novelas decimonónicas, poesía novela y teatro del siglo XX…

Creo que se puede decir con verdad  que la Biblia, para afirmarla o para negarla, con fe o sin fe en su origen divino, con admiración o con desprecio, ha sido y es la obra más influyente en la literatura occidental. La pérdida del sentido religioso y de la cultura cristiana entre las generaciones más jóvenes de nuestro país hace que de cara al futuro ya no sea tan segura esta utilización generalizada de temas y tópicos bíblicos. Es un proceso parecido al que han seguido los temas y tópicos clásicos, sustituidos por otro tipo de referentes procedentes del cine, la televisión, el cómic…Vivimos tiempos menos heroicos. Una de las consecuencias negativas es la dificultad que tienen nuestros alumnos para comprender el arte y la literatura de referente bíblico, cuyo tema argumental ignoran.

LA LITERATURA GRIEGA

La mitología

En el origen de toda la literatura griega se encuentran los mitos, que han proporcionado temas abundantes al arte antiguo y moderno. Se trata de un caudal de bellas ficciones vinculadas a creencias religiosas, que en el fondo son magníficas narraciones llenas de peripecias, historias de amor y muerte, anécdotas sencillas o grandes relatos.

En la mitología griega se nos remite a un pasado en que divinidades y héroes poblaban la tierra, llenos de amor, odio, envidia, orgullo, lujuria, crueldad y piedad. Era como una prehistoria de Grecia, que enlazaba con el presente.

Allí estaban el asedio de Troya, los amores de Paris y Helena, la ira de Aquiles, los trabajosos retornos de los héroes a sus patrias.

Otra saga relataba la historia patética y truculenta del linaje tebano, con la horrible historia de Edipo y el lamentable fin de sus hijos, en especial de Antígona.

También se narraban las aventuras de Teseo y el Minotauro, las aventuras de Hércules o Heracles, Jasón y sus argonautas, sus amores con Medea y su terrible venganza, Orfeo y Eurídice, Ifigenia, Apolo y Dafne, y otros centenares de historias.

Lo realmente asombroso de estos mitos es su pervivencia en el tiempo. Asumidos por la cultura latina han pasado a todas las literaturas románicas. Han sido historias mil veces contadas en la Edad Media. Revivieron con esplendor en el Renacimiento y más tarde en el neoclasicismo, y podemos decir que en su mayor parte siguen vivas. La literatura, y en especial la poesía, vuelven continuamente al mito griego. Baste recordar a Garcilaso, Goethe, a Lord Byron, a Hölderlin y su “Archipiélago” ,Keats y su “Oda a una ánfora griega”, incluso nuestro  Luis Cernuda y los actuales poetas culturalistas como Luis Alberto de Cuenca.

Homero

Los comienzos de la literatura griega se remontan al siglo VIII aC, y se manifiestan en dos extraordinarios poemas épicos atribuidos al poeta ciego Homero, originario de la isla de Quíos en el Egeo.

La Ilíada narra algunos acontecimientos de la guerra de Troya, en especial a cólera de Aquiles y la muerte de Héctor el troyano. La Odisea relata el accidentado regreso de uno de los reyes troyanos Odiseo, en latín Ulises, a su tierra de Ítaca donde lo espera su esposa Penélope. Veinte años separan la partida y el regreso. En estos dos poemas se encuentran los orígenes de todas las epopeyas, desde la Eneida hasta la Araucana de Ercilla, pasando por la épica medieval. Y también la narración de aventuras, los diversos episodios de los grandes relatos como la misma Eneida hasta la Divina Comedia de Dante.

La Ilíada y la Odisea se transmitieron durante siglos de forma oral por aedos , precedente de nuestros juglares medievales, en dialectos de la antigua Grecia. El texto homérico más antiguo que conocemos  es la versión de Aristarco de Samotracia (s II aC), escrito en dialecto jónico y en versos hexámetros dactílicos.

La épica homérica fue continuada por Virgilio. En la Edad Media, toda Europa escribió poemas épicos a sus héroes. En el Renacimiento se escribieron Os Lusiadas de Camoens y la Araucana de Alonso de Ercilla, de clara raigambre homérica.

El tema de la Odisea ha tenido también muchísima repercusión en la literatura occidental, desde la novela bizantina, los libros de caballerías, hasta nuestros días con la famosa obra de Joyce y “La hija de Homero “de R.Graves.

 

LA LÍRICA

En la lírica primitiva griega me gustaría destacar a Safo, como la primera mujer poeta conocida. Alceo se refiere a ella como “Safo, coronada de violetas, sacra, de sonrisa de miel”. Su tema es la expresión delicada del sentimiento amoroso, dirigido también a sus alumnas.

Mayor influencia ha tenido Anacreonte, si bien su poesía es fácil e intrascendente .Cantor del vino y sus placeres, del erotismo y la alegría festiva, ha dejado su nombre para este tipo de poesía que muchos cultivaron. Entre ellos destacará en el siglo XVIII Meléndez Valdés.

 

 

TEATRO

Desde la tragedia a la comedia, está en el origen de todas las manifestaciones teatrales posteriores. Debió tener una enorme importancia e influencia, a juzgar por los abundantes anfiteatros construidos. Todo el florecimiento del teatro europeo en el siglo XVI (teatro isabelino, comèdie Française, comedia nueva española,) hunde sus raíces en la tragedia y la  comedia griega y latina.

El más antiguo autor conocido es Esquilo, del siglo VI aC. En sus obras nos presenta el dominio de la culpa y del castigo. Las pasiones más nobles dominan la escena.(Ver pg 16 tema CEN)

Su continuador, Sófocles, del siglo V aC, es el autor de “Edipo rey” y “Antígona” entre otras. Son los suyos héroes solitarios, humanos y sufrientes, aunque amen la vida.(Ver pag 16 tema CEN)

Finalmente Eurípides, también del siglo V aC, es el autor de “Medea” “Orestes” “Las bacantes” y muchas más. Sus héroes están más próximos a nosotros con debilidades y pasiones equívocas. (Ver pg 16 tema CEN)

La tragedia Shakesperiana es un eco moderno de la griega.

Respecto a la comedia, es preciso destacar a Aristófanes, cuyas obras , centradas en Atenas, hacen reír mientras tratan de temas políticos y humanos. “La paz”, “Las nubes”, ”Lisístrata”, ”Pluto”, son algunos de sus títulos. Aristófanes y Menandro están en el origen de Molière y del entremés español, así como de la comedia shakesperiana.(Ver pags 17 y 18 tema CEN)

FILOSOFÍA

En Grecia nació el pensamiento filosófico que puso las bases de la racionalidad europea. La inmensa fama de Sócrates y su mayeútica, fue seguida del idealismo platónico que ha marcado el pensamiento de San Agustín , y que renació con fuerza en la Italia del XV y en la España del XVI con el nombre de neoplatonismo. Su influencia es notoria en Fray Luis de León, que también manifiesta la importancia del pitagorismo.

Pero el gran filósofo griego será Aristóteles, iniciador de la metafísica , que servirá de base al tomismo y a las escuelas realistas del pensamiento, tan presentes en Calderón de la Barca.

FABULA

Gran importancia tiene también el fabulista Esopo, que vivió en el siglo VaC y que es autor de numerosas fábulas protagonizadas en su mayoría por animales, y que pertenecen a un género sapiencial o moralizante. Fue continuado por Fedro, y están en el origen de muchas facecias y cuentecillos populares; de diversas narraciones del Libro de Buen Amor, de las fábulas de La Fontaine y de nuestros Iriarte y Samaniego en el XVIII español.

 

 

LITERATURA LATINA

Entre los poetas latinos es preciso destacar a Virgilio, que fue elegido por Dante Alighieri para guiarle en su Divina Comedia como el mejor de los clásicos. Su Eneida  relata la fundación de Roma por Eneas, huído de Troya tras la guerra. El protagonista es hijo de un mortal, Anquises, y de una diosa, Venus, con lo que proporcionó a los romanos una prehistoria que los enlazaba con la mitología y la historia griega. Además en la Eneida completó a través de Eneas la historia de la Iliada, narrando la caída de Troya por medio del engaño del astuto Ulises y su caballo de madera.

Su mayor influjo en la literatura renacentista vino a través de sus Geórgicas y sus Bucólicas.

Ovidio con sus “Metamorfosis” contó decenas de leyendas mitológicas que el Renacimiento utilizará con frecuencia. Garcilaso en sus sonetos y Églogas las hará presentes, y tras él, toda la literatura barroca. También tuvo gran influencia su “Arte de amar”.

Las Odas de Horacio, en especial el “Beatus ille” y su “locus amoenus” influyeron grandemente en Fray Luis de León (“¡Qué descansada vida…”) y en toda la corriente de “desprecio de corte y alabanza de aldea” presente en Fray Antonio de Guevara, Lope de Vega (“El villano en su rincón”), llegando hasta las “Cartas Marruecas” de Cadalso, la vuelta a la naturaleza romántica y la novela idílica del XIX (Pereda, Alarcón…).(Ver pg 27 tema CEN)

CATULO Y TIBULO

HISTORIA

Los romanos fueron geniales en la narración histórica, más o menos objetiva. Destacaron Julio César con sus “Comentarios acerca de la guerra de las Galias”, Salustio con su “Conjuración de Catilina” y “La vida de los 12 césares” y sobre todo Tito Livio que contó en 142 libros la historia de Roma “Ab urbe condita”; también Tácito con sus Anales.

Todos estos libros están presentes en la “Grande e general Estoria” de Alfonso X, y en múltiples crónicas y narraciones de la antigüedad y la edad media.(Ver pg 22 tema CEN)

 

SÉNECA

Nacido en Córdoba en el año 4 aC, fue un notable filósofo. Desterrado por Claudio, fue llamado a hacerse cargo de la educación de Nerón, del que fue mentor moral y político en su juventud. Sin embargo, su antiguo discípulo lo obligó a quitarse la vida por falsas acusaciones.

Profesó el estoicismo, que buscaba una vida feliz en la tranquilidad del espíritu y la aceptación de la contrariedad, sin esperanza ni miedo. Su elevada actitud moral hizo que en la Edad Media se le supusiera relacionado con el cristianismo. Tuvo una gran influencia en autores como Quevedo.(Ver pg 23 tema CEN)

 

 

TEATRO

El teatro romano tiene un autor destacado: Plauto. Vivió en el siglo III aC.Nos han llegado 21 de las 130 comedias que escribió. Son comedias “paliatas”, es decir, de asunto griego. Nos presenta una sociedad de clases medias y bajas, decadente y grotesca. El autor consigue la risa del espectador mediante la abundancia de chistes, refranes y expresiones obscenas. Sus comedias más conocidas son “Anfitrión” “Asinaria” “Miles gloriosus” “Aulularia”…etc

Sus comedias fueron tan imitadas que es difícil hacer la historia del teatro occidental sin mencionarle continuamente. En la Celestina se percibe su huella, así como la de Terencio. Influyeron ambos en Molière y en todo el teatro popular europeo. Recordemos el “proceso por la sombra de un burro” de Dürrenmatt.

 

Bibliografía recomendada para este tema:

Voz “Biblia” de la GER Gran Enciclopedia Rialp.

Volumen 1 de la Historia de la literatura universal de Martín de Riquer y José María Valverde. Editorial Planeta.